Días 8, 9 y 10 Xi’an
El 16 de agosto a las 16:35 teníamos que coger un vuelo que nos llevara a Xi’an con lo que desayunamos tranquilamente en la terraza del hotel y decidimos dar un paseo para hacer tiempo antes de coger un taxi hacia el aeropuerto de Guillin el cual nos costó 300 yuanes.
El vuelo se retrasó una hora lo cual es un coñazo, todos lo sabéis cuando pasan estas cosas pero bueno tocaba esperar. Volamos con la compañía Air China y excepto el retraso lo demás sin complicaciones. A la llegada hicimos cola para coger un taxi (nos hemos aficionado a ellos, son baratísimos) y vamos hacia el hostel ya de noche. Nos alojamos en el Xi’an See Tang Hostel, 3 noches por 700 yuanes. El hostel está bien pero a mi no me gustó del todo ya que las fotos te hacen creer que es una habitación súper luminosa con unos ventanales increíbles y nuestra habitación daba a un pasillo. No nos quejamos porque estábamos agotados pero sinceramente no era lo que me esperaba, pero de eso ya me ocupé con mis comentarios en booking. Por lo demás estaba bien, todo limpio y dentro de la muralla junto a la puerta norte.
Era ya tarde para acercarnos al barrio musulmán a comer y estábamos agotados así que dimos una vuelta y nos metimos en un fast food chino. Pedimos varias cosas, por lo visto especialidades de aquí que resultaron ser para nosotros una auténtica porquería y sin apenas comer nada nos fuimos en busca de otro sitio (tampoco habíamos pagado mucho, 48 yuanes). Andamos un ratín más y vimos un pequeño córner de comida en el que resultó que había que subir unas escaleras que daban a una especie de club de whisky donde servían comidas. Flipamos un poco porque lo primero que vimos fue a un señor dormido al lado de su comida (por lo visto se había quedado a gusto) pero estábamos reventados y dijimos, tira pa’lante y que nos den lo que quieran.
Con el estómago lleno y con 75 yuanes menos en el bolsillo nos vamos al hostel agotados que al día siguiente vamos a ir a ver los guerreros de Terracota.
El segundo día en Xi’an (realmente ayer no habíamos visto apenas nada), comienza un poco tarde. Subimos a desayunar a la cafetería del hostel (no venía incluido en el precio de la habitación). Decir que desayunar algo más o menos occidental resulta caro, ese día nos costó 90 yuanes los dos (muchos días comemos por menos), pero nos mola eso de llenar bien la panza a primera hora para aguantar hasta la comida.
Preguntamos cómo ir hasta la estación de tren para coger el autobús que va a hacia los guerreros de terracota. No recuerdo el número, nos lo dijeron en la recepción del hostel pero la parada estaba muy cerca, al lado de la puerta norte, intramuros en la rotonda.
La calle donde está ubicado el Xi’an See Tang Hostel es una calle muy animada, con puestos de comida por la noche y tiendecitas que venden pinceles y telas de caligrafía china por el día.
El autobús urbano cuesta 1 yuan y tienes que echar el importe correcto en una cajita ya dentro del autobús.En la estación de trenes empieza el show porque es una zona gigante y las únicas indicaciones que tenía eran: desde el aparcamiento de la estación de trenes se toma un bus verde “terracota warriors” o el autobús 306. Claro, que aparcamiento, donde está???? Es imposible preguntar porque allí no habla inglés ni la de la oficina de información y si lo habla nunca la entenderás así que os cuento. Cuando os bajéis del autobús, cruzad la calle y poneros mirando de frente a la entrada principal de la estación de tren. Acercaros hacia la estación y cuando veáis a todo el mundo sentado esperando a que salga su tren ir yendo hacia la derecha dejando la estación a vuestra mano izquierda. En ese lateral de la estación hay un gran aparcamiento de autobuses y allí cogeréis el vuestro, buscad el letrero con el texto “terracota warriors”.
Justo cuando llegábamos estaba saliendo uno y una china que estaba en el autobús empezó a gritarnos con lo que a base de un buen sprint llegamos, nos subimos en movimiento y cogimos sitio. Cuesta 8 yuanes por persona y tardas unos 50 minutos en llegar.
De repente te soltarán en medio de una carretera, no hay ni una sola indicación en inglés en todo el entorno con lo cual sigue a la gente (tienes que seguir andando al lado de la carretera un poquito) y ya a mano derecha verás un parking, métete porque ese es el parking del complejo de los guerreros. A la entrada hay guías privados, si os apetece los podéis contratar, valen 150 yuanes (son guías oficiales del museo). A nosotros nos convenció una que hablaba muy bien inglés y chapurreaba español y en cierto sentido estuvo muy bien porque nos colaba en todos los lados, cogía libros de las tiendas para contarnos cosas…. Y nos contó toda la historia de China resumida en una servilleta con todas las dinastías. Aprovechamos a preguntarla curiosidades como por qué todo el mundo se tapa tanto y nos contó que no solo es estética, que por lo visto tienen mucho miedo al cáncer de piel y que la gente que sufre de las vías respiratorias lleva las mascarillas por la polución y para no contagiar ninguna enfermedad que ellos tengan. También la preguntamos el porqué cualquier baratija es más cara en China que en España cuando las fabrican allí y nos dijo que los impuestos en China son tan altos que hace que las cosas no sean tan baratas.
Empezamos por el foso 1. La verdad es que es una pasada, pero hay tanta gente que es imposible pararte a observar detenidamente los rostros de las figuras.
Aprendimos a diferenciar los esclavos, de los soldados, oficiales y generales. En ese foso ves como van avanzando en las tareas de restauración (los arqueólogos trabajan por la noche de 21:00 a 5:00).
Tuve una sensación rara, los guerreros de Terracota era algo que tenía muchas ganas de ver desde hace muchos años, sin embargo, quizás el hecho de no poderlos disfrutar bien por la gente, quizás porque no los ves de cerca, creo que me decepcionó un poco la verdad. Me da rabia decirlo pero fue así como ocurrió. También es cierto que hacía un calor inhumano, en Xi’an estábamos pasando los peores días de calor, más si cabe que en días anteriores, con unos 45 grados más humedad y eso también hace mella.
Después visitamos el foso 2 y el 3 que son más pequeños y donde puedes ver generales más de cerca y una representación de cada grado militar en unas urnas de cristal.
Intentamos bajar a ver un carro de bronce pero había tantísima gente que cuando entramos en la sala era imposible acercarse, nos agobiamos muchísimo, nos empujaban, me pillaron con un carrito y nos largamos lo más rápido que pudimos hacia el mundo exterior!!! Por cierto, por 10 yuanes te puedes hacer unas fotos chorras con unas reproducciones de los soldados de terracota.
Después de la visita queríamos comprar algún soldado en miniatura para casa, y la guía nos dijo que no lo hiciéramos en las tiendas del museo ya que eran más caras, pero que no nos preocupásemos que ella nos ayudaría a regatear en los puestos de la calle (no se que nos pasó por la cabeza en ese momento, si fue el agobio que teníamos de la gente, el calor o lo que fuera que accedimos y por primera vez me engañaron pero bien, parezco nueva). El caso es que como era de esperar nos llevó a la tienda de la colega, hizo que nos ayudaba y repito, por alguna razón que no entiendo acabamos comprando allí un par de souvenirs… mucho más caros que cualquiera de los que te venden en cualquier sitio en la calle, pero eso no lo supimos hasta después (aunque era de suponer) pero como nos llevó por una zona donde no se veían (un atajillo que se sabía la muy Z…) pues caímos ya que nos estaba costando muchísimo encontrar lugares donde vendiesen recuerdos y claro, yo cada vez que viajo tengo que llevar una retahíla de platitos, figuritas, tazas, dedales, bolas de nieve etc etc a familiares y amigos (que lo hago con todo mi cariño ehhhh jeje) así que ya sabéis, no compréis nada en algo que parezca una tienda y esperad a ver los chiringuitos de la calle.
Como teníamos un hambre voraz comimos en un restaurante de allí, quizás el mejor plato de noodles de todo el viaje y entre otras cosas finalmente pagamos 82 yuanes.
La verdad que el tema de la “estafa” fue un poco la gota que colmó el vaso y es que en ciertos momentos China me estaba dejando una sensación muy agridulce porque aún no había visto lo que más ganas quería, esa China milenaria, esos templos, farolillos rojos y pensaba que Xi’an me lo iría a ofrecer… me la había imaginado como una ciudad amurallada y que intramuros sería una ciudad más antigua con sus templos, sus torres… y Xi’an es una ciudad de 6 millones de habitantes donde lo que más predomina tanto fuera como dentro de la muralla es el hormigón y los teléfonos móviles pegados a la frente de los chinos.
Sé que a veces es injusto para el que no tiene la oportunidad de venir a un sitio así que yo venga y me queje pero creo que los viajes al igual que tu vida cotidiana tiene sus momentos malos y yo estaba pasando uno de esos, quizás por mis expectativas y seguramente acentuado por el calor y las aglomeraciones de gente. Probablemente en otra época del año no me hubiera pasado pero yo cuento la realidad que yo viví y Xi’an me estaba decepcionando por completo, eso no quita que no hubiera cosas que me gustasen, que si las hubo como la gran mezquita de la que luego hablaré pero creo que mi obligación es contar lo que viví y lo que sentí. No siempre todo es de color de rosa y así tiene que ser porque entonces no valoraríamos tanto lo que de verdad nos gusta.
Después de este inciso os sigo contando… con el estómago lleno volvemos a coger el bus de vuelta y volvemos al sitio de partida, la estación de tren de Xi’an. Como fue imposible encontrar los autobuses que nos llevaban al barrio musulmán decidimos pillar un taxi que en poco rato ya nos había dejado en la torre del Tambor. Se trata de una zona donde se ha concentrado la comunidad Hui, de religión musulmana. Son descendientes de inmigrantes que han seguido manteniendo sus costumbres.
Callejeamos un poco y enseguida notamos ese caos que tanto que gusta. Puestos de comida por todos los sitios y multitudes de comercio donde te ofrecen de todo pero eso tenía que esperar ya que lo primero que quería es ir a ver la Gran Mezquita antes de que cerrase.
Para mi ver una mezquita de estilo chino era algo privilegiado y no quería perdérmelo, y menos mal que no pasó porque me enamoró por completo. Cuesta 25 yuanes por persona entrar. Un lugar en medio del bullicio pero con un remanso de paz increíble.
El día estaba mejorando, el barrio musulmán me recordaba en cierto modo a Marruecos y sus zocos y eso me encantaba, ese caos y bullicio que te trasportan a otro mundo. Antes de cenar en algún puesto de comida nos metimos a un local donde metes los pies en una urna con agua y pececillos que se comen tus pieles muertas. No podía resistirme a ello y por 20 yuanes cada uno nos metimos y que gustirrinín, me encantó!!!!
Pinchos por aquí y pinchos por allá, la torre de la Campana iluminada… fue genial, hasta que a Félix casi le da un pampurrio del agobio que le entró de la mezcla de olores, calor, gente (en ese tramo era difícil caminar)…. Ydecidimos salirnos a un callejón oscuro y sin gente donde después de casi vomitar (se mareó muchísimo) se fue relajando… había sido too much para él que odia las aglomeraciones, el día había sido muy largo y nos merecíamos ir a descansar por hoy (lo bueno es que nunca coincidimos en momentos de agobio máximo, o me agobiaba y petaba yo, o lo hacia él, así podíamos ayudarnos y es que como nos decían todos los españoles que nos íbamos encontrando… los chinos sacan lo peor de ti jajaja). Estábamos viviendo el jin y el yang en estado puro!!!
Nuestro tercer día en Xi’an empezaba con un contundente y caro desayuno, queríamos ir a ver la Pagoda del Gran ganso. Para llegar allí cogemos un bus que nos han recomendado en el hostel pero resultó que no nos llevaba en esa dirección (pensábamos que igual haría un recorrido circular) y nos dejaron a las afueras de la ciudad así que cogimos un taxi que nos costó 30 yuanes.
La entrada a la pagoda son 50 yuanes, yo estaba ya harta de pagar caras entradas para cualquier sitio pero bueno, habíamos llegado hasta allí y había que entrar. La pagoda estaba en obras con lo cual tampoco la disfrutamos mucho pero si de su entorno.
Sabíamos que cerca estaba un restaurante que recomendaban bastante, First Noodle under the Sun así que cuando salimos de la Pagoda fuimos a buscarlo. Por lo visto es muy famoso su mega noodle de 3 metros de largo y eso es lo que pedimos.
A Félix le gustó pero a mí no mucho, y es que posteriormente una buena amiga mía me sacó de dudas… Todas las comidas que me creaban “asquete” eran por un ingrediente muy usado en la comida China que es el miso y por lo visto yo no lo tolero muy bien… en fin, pero que no se diga que no lo probé y para eso tenemos vídeos que lo demuestran. Os enseñamos como se come y lo que nos pareció:
Parte 1:
Parte 2:
Parte 3:
Después de comer ( nos costó en total 86 yuanes) intentamos coger un taxi, era realmente imposible, o no nos querían subir o simplemente no paraban… así que el destino quiso que viéramos una frutería y que a Félix se le antojara un mango cortadito a modo postre.
De alguna manera que a día de hoy sigo sin entender la señora entendió lo que quería Félix así que pesó el mango y le dio un precio de 10 yuanes (correcto), buscó un recipiente que no estuviera lleno de mierda, peló el mango y se lo cortó en trocitos. La señora era todo un amor y pasamos un buen rato con ella en la tienda.
Justo en cuanto salimos de nuevo a buscar un taxi nos paró uno y decidimos ir hacia la puerta sur de la muralla, queríamos alquilar una bici y hacer el recorrido completo de 14 kilómetros desde arriba.
La entrada a la muralla nos cuesta 53 yuanes y el alquiler de la bici 45 yuanes todo por persona. En total son 14 kilómetros, que en bici es poca cosa pero con el calor que hacía costaba bastante más sobretodo porque no hay sobra en todo el recorrido claro.
De vez en cuando te encuentras alguna tienda donde puedes comprar bebidas pero claro es más caro. Para que os hagáis una idea, si el agua en la calle vale 2-3 yuanes aquí pagamos 5 yuanes. La verdad que te da igual pagar más, necesitas hidratarte!!!
Casi todo el tiempo es lo mismo y puede resultar un poco aburrido en ocasiones, pero cuando llegas a las esquinas siempre hay algún bonito mini pabellón donde parar un rato y observar. También en uno de los laterales hay una tienda con una rueda de oración muy bonita afuera.
Esta es una visita recomendable, pero evitad las horas de más calor, y si vais como nosotros en agosto intentad hacerlo al final del día, antes del anochecer cuando el sol está más bajo. De vez en cuando parad y asomaros por la muralla ya que en ocasiones y siempre mirando hacia dentro de la muralla, podréis ver edificios muy bonitos con sus tejados con aleros de madera.
Nos confundimos y dejamos las bicis una parada antes (eran iguales todas las paradas!!!) así que bajamos, miramos google maps y estábamos muy lejos del hostel, intentamos parar un taxi, imposible con lo cual nos decidimos a coger un tuc tuc (aquí no se estilan mucho pero alguno hay), cerramos un precio de 30 yuanes (aunque pienso que podría ser menos)y nos montamos. Fue unas risas buenas porque estos se meten en todos los lados con tal de llegar antes: aceras no importando molestar a todos los peatones, sentidos contrarios, pasos de peatones, lugares de prohibido el paso… esto es CHINA.
El conductor que era unas risas nos pidió una foto y nos fuimos al hostel a ducharnos. Para cenar queríamos llegar al barrio musulmán pero estábamos muy agotados, vimos un Pizza Hut de camino y no lo dudamos un segundo. 220 yuanes nos costó la broma pero me fue con el estómago llenísimo a dormir (que bonita sensación).